En este post vamos a hablar sobre cómo afrontar una crisis existencial y que tipos podemos encontrar según la edad.
Es un periodo donde nos preguntamos:
¿Cuál es el sentido de la vida?
¿Quién soy realmente?
¿Qué estoy haciendo con mi vida?
Se trata de un momento en el que nuestro sentido de existencia cambia. No comprendemos quiénes somos. Nos planteamos aspectos de la vida que hasta ese momento no nos habíamos planteado. Sentimos un vacío existencial y silencioso ,ya que en ocasiones no lo compartimos con nadie más, porque no sabemos muy bien cómo explicarlo.
Crisis de identidad: ¿Quién soy? Ponemos en duda la imagen que tenemos sobre nosotros mismos, basado en las creencias, pensamientos, experiencias… Y en ocasiones, esta imagen que tenemos de nosotros mismos ya no corresponde con los que somos actualmente. Y ahí es donde se produce un conflicto, ya que no nos encaja el “papel” que estamos desempeñando en la vida, pero a la vez, es lo que hemos aprendido y es lo que sabemos hacer. En ocasiones nos da la sensación de que estamos interpretando un personaje de una película, y que ese personaje no somos nosotros mismos.
Crisis existencial: ¿Qué estoy haciendo con mi vida? Esto significa que no te encuentras satisfecho con la vida que tienes en este momento, como si te faltara algo, como si estuvieras viviendo una vida sin propósito, sin meta. Es una sensación profunda de insatisfacción. Una incomodidad sobre el estilo de vida que llevas, pero a la vez, cierta comodidad en seguir como hasta ahora y miedo al cambio. Es bastante común que pase cuando trabajamos en empleos que no nos satisfacen, o que no están alineados con lo que nos llena.
Todos tenemos la necesidad de pertenencia, y en ocasiones tomamos decisiones en base a esa necesidad de sentir que formamos parte de un “clan” o grupo. Y tenemos miedo a defraudar o a sentirnos excluidos si no tomamos ciertas decisiones que van en la línea de la mayoría de los integrantes del grupo. Estas presiones, en ocasiones invisibles, hace que ni siquiera nos planteemos si queremos tomar un camino u otro. Hay una mayor tendencia a seguir la senda del grupo, consiguiendo así mayores probabilidades de formar parte del grupo, sentirnos protegidos y queridos. Así satisfacemos a los demás, pero no tomamos conciencia de lo que nosotros necesitamos, ya que tomamos estas decisiones de manera automática.
Crisis del aburrimiento: Cuando tenemos la sensación de que los días se repiten, uno tras otro, prácticamente idénticos. Además es algo no deseado. Como en la película El día de la marmota.
Este tipo de crisis genera un desgaste emocional muy alto. Ante estas crisis la persona puede llegar a plantearse cambiar su vida.
Crisis espiritual: sucede en momentos dolorosos, cuando nos sentimos víctimas de la vida. Esta crisis puede ser una oportunidad para cambiar el relato de nuestra propia historia. De la víctima al responsable de las cosas que pasan en mi vida y de las decisiones que tomo. Después de superar una crisis de este tipo, las personas aprenden a vivir de otra manera la vida y han adquirido cierta sabiduría. Desarrollan relaciones más profundas con otras personas y cambian su escala de valores.
A los 20: conflictos con amigos, ¿encontraré a alguien en algún momento de la vida?, ¿estaré solo toda la vida?, ¿qué quiero estudiar, ¿estoy estudiando lo que realmente me llena?.
A los 30: las mujeres se empiezan a plantear la maternidad. Hay personas que no quieren tener hijos y entran en fuertes confrontaciones por ello. Aunque socialmente parece que ya está “superado”, todavía se siente esta presión social. Los hombres se preguntan también sobre si podrán ser padres, o buenos padres. Lo que más nos inquieta a esta edad es si realmente hemos elegido la carrera profesional que más nos llena, si nos hemos equivocado, si seremos capaces de ser independientes económicamente.
A los 40: en los hombres aparece el Síndrome de Peter Pan. Es cuando solemos sentir que empiezan los primeros achaques de la salud. Empezamos a perder a seres queridos, padres, tíos, amigos… Nos empezamos a hacer conscientes de que la juventud se va alejando. Es un momento de maduración. Nos preguntamos si estamos aprovechando la vida, nos preguntamos si nos sentimos plenos o no. Suele haber una crisis profesional. ¿me siento valorado? ¿me sigue satisfaciendo este trabajo?. En ocasiones hay cambio de trabajo. Hay un riesgo, después de 10 o 15 años trabajando de lo mismo, querer dedicarse a otro ámbito laboral. Las dudas que pueden surgir son si podré ser económicamente independiente, si voy a tener una estabilidad, si el cambio va a ser aceptado en la familia y en el círculo de amigos.
A los 50: preocupan los temas de salud, el tiempo que nos queda por vivir, la muerte.
Las “trampas” que nos hacemos es pensar que tener una familia, un trabajo donde gano dinero, una casa bonita, nos hará ser felices. Pero esta es la idea genérica de felicidad. Cada persona se siente satisfecha en unas condiciones distintas, y puede que no estén relacionadas ni con la pareja, ni con los hijos, ni con un trabajo que le aporte mucho dinero. Identificar qué es lo que realmente necesitas en este momento para sentirte satisfecho con tu vida es el gran paso hacia adelante.
¿Cuál es el sentido de la vida? El que te haga feliz.
Si tienes dudas sobre si te encuentras en una crisis existencial, puedes acudir a psicoterapia, donde un profesional te asesorará sobre cómo poder afrontarlo.
Los factores que van a ayudar a superar las crisis son:
Y por último, tener en cuenta que las crisis son momentos de cambio y maduración, considerarlas en positivo, viéndolas como una oportunidad de crecer y ser más conscientes de la vida que llevamos y la que queremos llevar.
Las crisis implican un duelo, nos estamos desprendiendo de algo que en su momento nos llenó, pero ahora ya no. Ponemos en la balanza la comodidad de la vida que he creado y la valentía y riesgo de cambiarla y vivirla de la manera en la que la quiero vivir y me llena.
Una crisis mal resuelta nos puede llevar a sentir malestar y angustia, por eso es importante apoyarte para poder desenmarañar estas crisis en compañía, trascenderla y volver a sentirte lleno.
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